miércoles, 24 de junio de 2009

El Miedo

El Miedo
Articulo redactado por Andrés Cascio - mayo 2009

“ No es el hambre, el amor, la ira ni el miedo, la fuente de nuestros males, sino nuestra propia naturaleza. Ella es la que engendra el hambre, el amor, la ira y el miedo” El origen de mal, León Tolstoi

El miedo es una reacción emocional que responde a una percepción de peligro, muchas veces irreal, pero que de algún modo es cierta, es algo biológico, esencial y subyacente[1] presente o futuro. Forma parte de todos aquellos episodios que nos atormentan, los trastornos de angustia, el estrés, los síndromes de ansiedad-depresión, el miedo es una defensa activa que se dispara para protegernos.

Cuándo aparece el miedo, se convierte en angustia de la nada[2] y nace de una manera equivocada de percibir el entorno que nos rodea, como amenazador o de percibirnos a nosotros mismos con cierta incapacidad para afrontar el reto, una inseguridad propia y distante de la valentía, que resulta paralizante e impide ser uno mismo.

Pero en realidad, el miedo está en nuestra estructura psíquica y se asienta físicamente en el hipocampo del SNC (sistema nervioso central), sin embargo, como manifiesta el Dr. Roberto Bonomi:“Todo el mundo posee dentro de sí mismo, la fuerza para combatir sus miedos”

Cuándo comienza a aparecer el miedo en la humanidad

A lo largo de la historia de la humanidad, podemos comprobar como el miedo se ha ido apoderado del ser humano y en ocasiones lo ha dominado. Imaginemos al hombre primitivo enfrentado y asombrado por los fenómenos naturales que presenciaba: la descarga de un rayo, la virulencia de alguna tormenta, la erupción de un volcán, la furia de las olas, pero sobre todo la fiereza de los animales a los que se tenía que enfrentar, eran su presa, pero no olvidemos que el también era para la fiera, su comida.
Frente a ese escenario, lo primero en aparecer es el instinto de supervivencia y de conservación, pero consecuentemente también apareció el miedo, pero su instinto de vida fue más poderoso, así a pesar de ese temor innato se fue sumergiendo en la lucha por la vida.

En el transcurrir de la historia, el hombre se agrupó en tribus y desde ese momento apareció la cuestión social y con ella el poder.

El poder ejercido de una tribu contra otra y el poder dentro de la propia tribu, un factor éste, que ejercía la influencia de uno sobre los otros, pero también el dominio y por que no, las injusticias de la parcialidad, gran parte de este gobierno se basaba en el temor que se generaba sobre los sometidos o dominados.

Esta situación no ha cambiado hasta nuestros días, sigue existiendo el dominio por el terror, en la sociedad, en los gobiernos, en el trabajo, en algunas familias.

La evolución histórica marcó distintos derroteros, pero siempre existió la opresión y el miedo. Antes de continuar esta evolución, nos surge una pregunta, ¿pero por qué el miedo se apodera tan fácilmente del ser humano? Y la respuesta hay que encontrarla en la etiogénsis bioquímica y en la propia conformación psíquica de las personas.

El origen químico y biológico del miedo

El mismo circuito básico del miedo y por consiguiente las respuestas innatas generadas por él se han encontrado en los primates,[3] lo que nos conduce a comprobar el origen biológico el miedo, asentado en la amígdala (estructura en forma de almendra), ubicada al lado del hipotálamo, en el cerebro.
Se ha podido comprobar como algunos receptores del cortex central (zona del cerebro en la que radican las funciones intelectuales superiores), se activan cuándo el individuo se enfrenta a un trauma, a un proceso frustrativo o a una alteración que activa el circuito del miedo, estos receptores conocidos como NMDA, poseen una subunidad con una molécula proteínica, la NR2B, que es la que está asociada a la memoria del miedo, según recientes estudios concluyentes realizados por el profesor de fisiología Min Zhou de la Universidad de Toronto y Bong Kium Kaag, de la Universidad de Seúl en Corea del Sur.

El origen químico y biológico del miedo, pone de manifiesto como éste constituye un componente básico de las funciones intelectuales superiores y cómo incorporado a la estructura psíquica, evoluciona como componente ideológico, convirtiéndose en materia psicológica, que es tan densa e indestructible como la materia física y como ella puede transformarse, pero siempre permanece.

Así el miedo, forma parte del substrato psicológico o si lo prefieren de la estructura no consciente del ser humano y se activa mediante unos receptores, cuándo éste percibe algún peligro, real o imaginario.

A lo largo de la historia, tal y como hacíamos referencia anteriormente, el hombre ha sido sometido a situaciones límites o ha convivido con epocas de máxima convulsión social o política y también con desastres, epidemias, catástrofes de toda índole, desencadenadas por la naturaleza o por el propio ser humano.

Piénsese en el sometiendo del hombre a los caprichos de un gobernante, obligado a la construcción de colosales monumentos funerarios, en las culturas
precolombinas o en el antiguo Egipto,[4] las grandes gestas militares,[5]

Las grandes epidemias o pandemias, como la peste negra en el siglo XIV
o a finales del siglo XX el sida, las grandes hambrunas, el tráfico de esclavos, la segregación y el racismo o aquellos desastres o catástrofes, que han dejado huella histórica como dejan testimonio algunos tristes ejemplos cercanos.

A principios de siglo pasado, simplemente por seleccionar uno, el 28 de diciembre de 1908 se produjo un terrible terremoto en las regiones de Sicilia y de Calabria en el sur de Italia, que fueron acompañados de un maremoto que arrasó completamente la ciudad de Messina, en Sicilia. La ciudad quedó totalmente destruida y tuvo que ser levantada de nuevo en el mismo lugar. Se calcula que murieron cerca de 70.000 personas en la catástrofe. La ciudad contaba entonces con unos 150.000 habitantes, de los que además emigraron a raiz del acontecimiento e impulsados por el hambre, alrededor de 20.000.

Deberíamos recordar la serie más devastadora de maremotos ocurrida el 26 de diciembre de 2004 en el Océano Índico, con un número de víctimas directamente atribuidas a la tempestad marina superior a las 250 mil personas.

El tsunami que golpeó las costas del sudeste asiático en 2004, según las estadísticas del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de las Catástrofes de Lovaina (Bélgica). Las zonas más afectadas fueron Indonesia y Tailandia, aunque los efectos devastadores alcanzaron zonas situadas a miles de kilómetros: Bangladesh, India, Sri Lanka, las Maldivas e incluso Somalia, en el este de África.

En cualquier caso, estos son sólo ejemplos, de una incontable cantidad de acontecimientos, desastres, catástrofes, crisis, que originan u originaron temor colectivo generando una alarma social.

Pero si estamos analizando las consecuencias de la crisis 2008, analicemos también otras situaciones acaecidas en el 2008.

Un total de 235.816 personas murieron en 2008 a causa de las catástrofes naturales, la gran mayoría en Birmania a causa del ciclón Nargis, y en China durante el sismo que devastó a la provincia de Sichuan, según las estadísticas publicadas por la ONU.
Otras 319 catástrofes registradas en el 2008 dejaron en total menos de 10.000 muertos. Sólo dos de ellas causaron la pérdida de más de 1.000 vidas humanas: las inundaciones en India en julio-agosto (1.963 muertos) y una ola de frío invernal en Afganistán en enero (1.317 muertos).
Todos estos acontecimientos se producían simultáneamente al desencadenamiento de la actual crisis y sin duda provocaron pánico entre los que los sufrieron directamente y en alguna medida en aquellos que lo padecieron indirectamente, pero tal vez fue solo una noticia en los informativos para muchos ciudadanos de los países que no fueron afectados.

Sin embargo el aprendizaje del miedo, puede aportarnos un razonamiento reflexivo y contribuir a la prudencia racional, que nos induce al desarrollo de un pensamiento mas cauto y previsor.
Pero no son sólo los desastres y tragedias de la naturaleza las que nos sumerge en una desesperación colectiva.

Recordemos, el 11 de septiembre del 2001, cuándo se produjo el mayor atentando de la historia, perpetrado en Nueva York, que culminó con el derrumbamiento de las emblemáticas Torres Gemelas, de otros edificios cercanos, de parte del Pentágono y de Washington DC. En dicha ocasión aparte de los 19 secuestradores hubo unas 2.973 personas fallecidas confirmadas y unas 24 continúan desaparecidas como consecuencia de dichos atentados.

Recordemos también, la mayor masacre cometida en España hasta la fecha, el 11 de marzo del 2004, 10 explosiones casi simultáneas en cuatro trenes a la hora punta de la mañana en Madrid, donde fallecieron 191 personas, y 1.858 resultaron heridas, inundaron de miedo, incertidumbre, desconcierto y fatalidad a la población.

Todos estos hechos expanden el temor mucho mas allá de sus fronteras universalizando el miedo, en otras ocasiones el espectro es muy amplio pero no global, aunque en cualquier caso, el efecto suele extenderse como una epidemia de pánico.

Por otra parte y en una forma generalizada la frecuencia de desastres en España ha aumentado, especialmente en las últimas 4 décadas.

España tiene un perfil de desastre mixto, con predominio de los desastres tecnológicos, que son 4,5 veces más frecuentes que los naturales y el desastre natural más frecuente es la inundación y en cuánto al tecnológico es el accidente de tránsito.

El miedo generado por el terrorismo, auténtica lacra que intenta imponer una ideología, una creencia, un sistema de vida, a través del temor y el pánico, tratando de construir una paz en el futuro, seguramente la paz de los cementerios, ¿Qué impulsa a estos actores del terror a expandir el miedo? Tal vez sea por el miedo que ellos tienen a ser invadidos por los otros, los bárbaros, los extranjeros y perder así, el escaso valor humano que poseen. En cualquier caso impiden la libertad, coartan la igualdad y hacen prevalecer el complejo diferencial, como la verdad suprema.

El terrorismo, ha acostumbrado a muchos pueblos a vivir adaptados a la tragedia, el desastre y el dolor. Los terroristas lideran a través del miedo, lo ha hecho el IRA, en Irlanda del Norte, la ETA, en el País Vasco, en oriente medio los grupos palestinos e israelíes, el islamismo radical en el mundo entero.

Pero por que no considerar terrorismo al crimen organizado, en Rusia, Italia, USA, las grandes mafias Chinas, a los piratas somalíes, y muchísimos otros ¿no son acaso una forma de terrorismo?, ¿no basan sus estrategias en el terror?

Y sin embargo los pueblos que los padecen se hacen fuertes y se adaptan a una forma de vida, que pueda mitigar el miedo y seguir practicando la lucha por la vida, obedeciendo a los principios de subsistencia no solo biológica, si no también social. Una vida triste con una libertad coaccionada, pero una vida que hace frente a la principal arma que ostentan estos grupos, el terror.

No debemos olvidar tampoco, los terrorismos de estado puesto en marcha por execrables dictaduras, señores de la guerra o pseudos democracias amparadas en algún poder económico, que con un disfraz político, actúan en algunas épocas con total impunidad.

Toda guerra es sin duda un fenómeno psicológico y social, lleno de contradicciones ideológicas y de difícil comprensión intelectual, toda guerra genera simultáneamente otra guerra mental que construye conductas mórbidas, que tienden a generar emociones incontroladas, violencia, brutalidad y muerte.

El conflicto palestino israelí, que dura ya más de 60 años, con la impunidad internacional, ha generado una catástrofe psicológica de dimensiones jamás pensadas. Amón Oz en un discurso pronunciado en el 2001 expresaba que: “el conflicto entre israelíes y palestinos es un choque entre lo justo y lo justo, no entre lo justo y lo injusto”

De la guerra del golfo 1990 – 1991 y de la guerra de Irak en el 2003, también podría afirmarse lo mismo. La crisis psicológica y social con repercusiones dramáticas en su población, pero que incluso ha conseguido expandir por el mundo los tentáculos del miedo y ha ocasionado una sintomatología psicógena con repercusiones en la convivencia ciudadana, una cierta pandemia de alarma social.

En cualquier parte, puede suceder una situación que nos sumerja en el miedo, todos somos Afganistán, Irak, Etiopía, Sudán, Somalia, el Congo, Sri Lanka y mil sitios más de África, un continente sumergido históricamente en la crueldad, guerras, esclavitud y miseria y también en Asia, el Tibet, Tailandia y otros incontables escenarios, en América Latina, que ahora parece apaciblemente tranquilizada, ha padecido durante decenios, por no decir siglos, el sufrimiento por los gobiernos del miedo, solo por citar uno de los mas trágicos de la historia de la humanidad, el que conllevó a la anulación de toda una generación, la triste operación Cóndor, que alumbró las dictaduras del Cono Sur y sometió al continente al terror.

Pensemos por ejemplo en el temor endémico de las madres de los niños de Irak, donde 300 toneladas métricas de uranio empobrecido en la forma de proyectiles usados y polvo volátil fueron dejadas atrás por los aliados, presentan una incidencia más alta de lo considerado normal en cuanto a malformaciones congénitas y tumores malignos.

Similares informes han llegado de los hospitales de la provincia serbia de Kosovo y de Bosnia, mientras que otros estudios sobre hijos de los mencionados veteranos, muestran una anormalmente alta tasa de enfermedades congénitas.

La lista de acontecimientos que nos conducen o nos han conducido al miedo sería interminable, por eso constituye un factor cotidiano y normal entre los hombres y mujeres de cualquier parte del mundo y es entonces cuándo surge la pregunta, ¿una crisis económico financiera, aunque sea de la magnitud de la actual, puede conseguir paralizarnos?, o ¿podemos aprender de los lamentables acontecimientos a las que continuamente se ve sometida la humanidad y conseguir superar las circunstancias, reforzar nuestra conducta y darle una oportunidad de éxito a la lucha por la vida?.

La Religión y El Miedo

Pero ahora regresemos al hombre primitivo, cuándo éste observaba espantado la magnificencia de los fenómenos naturales, los desastres y catástrofes que se sucedían en su entorno y la propia tragedia de su vida, tubo que suponer que debía de haber algo superior, fuera de su dimensión que fuese el responsable de todo aquello y además ante tal magnitud, su poder debía de ser enorme.

El misterio de la vida, unido a la enormidad de los fenómenos y los hechos, tenía que tener una explicación y así el ser humano comenzó una búsqueda desesperada de la génesis del mundo, del por qué de la vida, del origen de cada suceso y de los acontecimientos extraordinarios, que observaba en su entorno y los cuales no alcanzaba a entender, fue así cuándo su imaginación y su pensamiento creativo, alumbró la idea de Dios y comenzó a construir una historia que justificase no sólo cada fenómeno físico, si no también que diese explicación a los misterios de la vida y la muerte, al amor y al odio, a todas las dualidades, a todos los misterios, que en su ignorancia como ser humano no acababa de comprender y así nacieron las religiones.

La necesidad de tener una explicación a todo aquello que le daba miedo, no ha cesado nunca a lo largo de la historia, la grandiosidad de todo lo ignorado, tenía que ser obra de algo o de alguien y así nació Dios y el hombre creo un ritual para venerarle y para pedirle que mitigara sus sufrimientos, que lo protegiera de la furia de la naturaleza, del azote que causaba la maldad generada por lo que hemos llamado la cuestión social, que le salvara de una vida de sacrificio sin sentido, en definitiva, un instrumento que lo protegiera del miedo, pero por otra parte, sin saber que el miedo estaba en su interior, dentro de sus funciones psíquicas superiores, aprendió a temer a Dios.

Para poder salir de su indefensión y de su impotencia, buscó una protección para todo aquello que temía y aprendió a tenerle miedo al miedo. En algunos casos siente orgullo de ese miedo y se llama así mismo “un hombre temeroso de Dios.”

Cuándo en el devenir evolutivo, el ser humano no encontraba como protegerse, las propias religiones le producían dudas y eso dio lugar a otras creencias rituales, alimentadas en la ignorancia, es decir en el no saber; la superstición, que en si misma no constituye otra cosa que un sinfín de miedos y de una especie de fórmulas mágicas para evitar el daño.

Pongamos algunos ejemplos:

Un gato negro que se cruza en tu camino, te acarreara mala suerte. En el antiguo Egipto se creía que el gato era la reencarnación de los dioses, pero la Iglesia Católica lo consideró como la reencarnación del diablo, se le identificaba con el diablo, con la oscuridad del mal.

Poner un sombrero sobre la cama es presagio de mala suerte, algo malo va a ocurrir, probablemente se debe a que el sombrero cubre la cabeza, donde se aloja la mente, si dejas la mente fuera y además encima de la cama, perderías la consciencia.

El hecho de derramar la sal, será objeto de mala suerte para quien lo haga
Tiene su origen en la antigüedad, algunos hablan del año 3.500 a.c. La sal era incorruptible, la interpretación simbólica manifiesta de amistad. Tirarla sería por tanto símbolo de ruptura.

Romper un espejo trae mala suerte y ocasiona siete años de maldición. El espejo representa simbólicamente un elemento mágico, que servía para la adivinación y refleja la imagen de quien se mira, por lo que si se rompe, romperá a los que allí se miran. Siete años, implica un número cabalístico de la perfección y los años, lo que se tardaría en la construcción del ser mismo.

Pasar debajo de una escalera acarrea mala suerte, ello se debe al triángulo que forma la escalera en si misma o ésta con una pared. Los triángulos constituyen un símbolo sagrado, las pirámides de Egipto, la trilogía de la Santísima Trinidad y, por consiguiente constituye un sacrilegio pasar por debajo.

Colocar el pan boca abajo en la mesa o dejarlo caer al suelo es presagio de mala suerte, ya que el pan es un alimento esencial. Por ello han sido varias las costumbres culturales que ha generado su forma de hacerlo, cortarlo, comerlo y ofrecérselo a los demás. Pero además constituye el cuerpo de Cristo, para los cristianos naturalmente. Ponerlo boca abajo es una ofensa al cuerpo de Cristo y ello ocasionaría desgracia.

Derramar el vino en la mesa es también un mal presagio. La causa de esta creencia es verter la sangre de Cristo o simplemente derramar sangre, la mayor desgracia, cuando el símbolo propio de la vida se pierde.

Dejar las tijeras abiertas son causa de muy mal augurio, presagia la muerte. En la antigua Grecia la mitología consideraba que la moira Atropos cortaba con las tijeras el hilo de la vida,

Martes y 13, tal vez la más conocida de las supersticiones. La maldición del número trece tiene su origen en la última cena de Jesucristo con los doce apóstoles, en la que fue delatado. Si, por consiguiente se sientan a comer trece personas en una misma mesa, una de ellas morirá antes de un año, la simbología lo interpreta como el sacrificio de Jesús, y aunque una persona sea cristina, no quiere correr el mismo destino.

En muchos países de América Latina, España y muchos otros, se teme al martes y trece; y en los países anglosajones al viernes y trece, porque en viernes fue crucificado Jesús.

Echar el mal de ojo. Tradicionalmente se ha afirmado la creencia que te generará mala suerte al reflejarse en el agua la pupila de un ojo y como en algunas creencias pre colombinas, de que cuándo te sacan una foto te arrebatan el alma, con el mal de ojo, podíamos quedar atrapados en el agua, por el reflejo de la pupila en ella, la maldad mediante un subterfugio se habría apropiado de nuestra alma.

Desde la antigüedad existía la creencia que alguien podía causarte daño con su mirada y también que si se imitaba, con sorna e ironía, a un cojo, a un jorobado o a un disminuido y el imitador podía adoptar la forma o la enfermedad del imitado, por castigo divino.

Como se puede observar, cualquiera de estas supersticiones infunden miedo, presagian el mal, pero todas ellas tienen un sortilegio para evadir la desgracia, claro está que también están las supersticiones que contrarrestan a las que causan mala suerte, por compensación.

Imaginemos cernirnos a la superstición que dice que tras siete años de vacas gordas, le suceden siete años de vacas flacas, o que tras siete años de bonanza, siete años de desgracia, eso daría lugar a interpretar, que las crisis durarían siete años, entre su desencadenamiento y el cambio de ciclo, luego vendría claro está los siete años de fortuna, pero entre la última crisis acaecida en España y la actual, han pasado bastante más de esos siete años.

Explicar las destrucciones causadas por el hombre, las guerras, la destrucción del equilibrio ecológico, las crisis económicas y financieras, causadas por el mismo hombre, por su inteligencia creativa, ¿ese es el hombre, rey de la creación? ¿o es la voluntad de Dios?, la brutal disyuntiva agudiza aún más el miedo, que anida en el interior de cada persona.

Nuestra vida es el resultado de nuestros pensamientos, al pensar en cosas que pueden llegar a suceder, a esos acontecimientos de futuro que nos generan incertidumbre, a algunas situaciones desconocidas que podrían acarrear desventura, etc. y es entonces cuándo comenzamos a sufrir; es decir, aflora el factor miedo, un temor a lo desconocido y al futuro, que claro está, siempre es incierto.

Existen creencias, que nos conducen hacia el positivismo creativo, pero no nos alejan del miedo, nos aconseja de cómo salir de él, sin contar con el sustrato bioquímico.

El budismo, por ejemplo desarrolla el concepto de vacuidad, para alcanzar la verdad, ya que las personas no son conscientes de lo que perciben y de cómo sus experiencias condicionan su desarrollo y entonces su pensamiento crea la incertidumbre y aparece el miedo, así cuándo dejamos de pensar, nos relajamos y desaparece el temor.

Vivir es encontrar por si mismo lo que es verdad y sólo se puede hacer cuando hay libertad, cuando existe una continua revolución dentro de sí mismo, por tanto es necesario erradicar interior y exteriormente el miedo que destruye los pilares sólidos de la esencia humana.

En cualquier caso, el miedo también constituye un impulso vital, un agitador interno, que nos hace mover y nos impulsa a una lucha por la vida, tal vez esté allí localizado junto a las funciones psíquicas superiores del ser humano con ese objetivo, el de hacernos avanzar.

Freud, describía el eros, como impulso de vida y como su contraposición al tánatos, el impulso de muerte, y puede deducirse de ello la pregunta, ¿nuestro deseo de vivir nos hace avanzar continuamente hasta alcanzar la muerte, o nos vemos arrastrados hacia la muerte?.

El miedo es por tanto generador de una fuerza capaz de transformarnos y no solo conforma la fuente de un proceso paralizante, de allí que frente a las turbulencias y a las efectos presumiblemente perversos de la actual crisis global, el temor puede servir de acicate para una lucha transformacional que contribuya a salir de una situación de estancamiento, de retroceso socio económico o de peligro, ya sea inminente o a medio plazo.

Ante situaciones críticas como las que atraviesan actualmente las sociedades en la inmensa mayoría de los países desarrollados, emergentes o en vías de desarrollo, suelen producirse ajustes que contribuyen al reforzamiento psico social, pero también para el desarrollo en general. En cambio en otros estados, ya padecen un sufrimiento endémico de peores consecuencias, que las repercusiones de la caída de la economía mundial.

En momentos de grandes desastres, la inteligencia creadora ha dado lugar a grandes descubrimientos, inventos que han favorecido el desarrollo de la humanidad y por otra parte observamos un ajuste creativo a través de una madurez acelerada que conduce al desarrollo de una personalidad adaptada a situaciones difíciles, piénsese en la madurez y las habilidades para la supervivencia que desarrollan los llamados niños de la calle en Brasil.

Pero sin duda, el ingenio hizo avanzar, con fines no necesariamente beneficiosos, a la aeronáutica durante la segunda guerra mundial, lo mismo sucedió con la energía y los avances en mecánica, que han redundado posteriormente en un indudable beneficio para la sociedad en general.

Un ejemplo del avance científico fue la creación del denominado, clavo intramedular, creado para solucionar las fracturas de fémur por el método de enclavamiento femoral, inventado por Gerard Kuntscher en 1940, mientras servía en el ejercito alemán, quien aplicó principios biomecánicos a la cirugía, para conseguir salvar las piernas de los soldados de tal manera que estos no terminaran inútiles para continuar luchando en la guerra. Su invención, contribuyó con la traumatología, ayudando a resolver las fracturas de fémur, que hoy podemos sufrir, en un accidente de tráfico, o en una actividad deportiva.

Casi siempre de las situaciones de crisis, se consigue reflotar con más fuerza, con más genio y más ingenio, suele aprovecharse para impulsar iniciativas, que en otros momentos parecían innecesaria o simplemente acomodadas en un bienestar temporal, las personas no tienen necesidad de buscar, nuevos caminos, nuevos avances, nuevos elementos y por consiguiente la inteligencia creativa, se ve inhibida.

Aún así, el miedo que podemos observar a nuestro alrededor, es un temor al futuro, a las situaciones en las que nos podríamos ver inmersos dentro de un tiempo, en gran medida alimentado desde instancias políticas, más o menos interesadas. El mundo empresarial - que busca sacar provecho de cualquier crisis, para abaratar costes, reestructurar sus organizaciones, conseguir legislaciones más permisivas e impulsar la investigación y el desarrollo, para poder estar preparado para la salida del túnel, en posición competitiva; - Los medios de comunicación que hacen llegar un mensaje desalentador y catastrofista.

El miedo y la Post Crisis 2010

Sin embargo habría que precisar mejor cuales podrían ser los escenarios de futuro, de la salida de la crisis, con qué situaciones nos podríamos encontrar. En cualquier caso, es lo desconocido lo que nos produce temor y sabemos que se está produciendo un cambio y la respuesta natural y defensiva es la resistencia al cambio. La mayoría de las personas, desean el cambio, pero se resisten a él, “más vale malo conocido que bueno por conocer” .

En todo el período evolutivo de la vida nos vemos sometidos a una inestabilidad, a una vacilación perenne, por el que vendrá, solemos preocuparnos por el más allá, viajamos a otro planetas, nos preguntamos por las instancias que están más allá de la muerte, por un paraíso y nos olvidamos del mas acá, de lo cotidiano de lo presente.

Hay algunas personas que viven muy de prisa, para alcanzar el mañana y “el mañana es una mentira piadosa que esgrimen las voluntades moribundas,[6]” lo que suele suceder es que no alcanza sus expectativas y se ve frustrado.

Los adolescentes, atraviesan una etapa, que se conoce como el complejo de identidad, ya no son niños, pero aún no son adultos y ese mundo de los mayores les da miedo, -¿seré capaz?, ¿me enamoraré?, ¿cual será mi futuro?; sus fantasías los protegen, pero se llena de incertidumbre, frente al cambio, al devenir, al futuro.

Cuándo por fin alcanzan la etapa de juventud post adolescente, entonces son otros los miedos; ¿tendré éxito?, ¿sabré ser madre o padre?, ¿conseguiré una buena calidad de vida?, aparece la época de la hipoteca, de una lucha por el posicionamiento en la sociedad.

Los distintos cambios producidos por las turbulencias externas y en ocasiones por la conflictividad interna,- entran en lucha en su interior dos o mas ideas contrapuestas, aparece la duda y la confusión,- van dando lugar a frustraciones y a que se desaten los miedos con más intensidad.

Así, en una crisis, las personas ven coartados algunos de sus proyectos, de sus deseos, perciben obstáculos en sus caminos, sin duda ello genera una ansiedad exacerbada y tienen miedo al mañana.

Sin duda en todo el transcurso de la vida, tiene mucho que ver el carácter y el comportamiento de cada uno, que condiciona la manera de hacer frente a los cambios y a las circunstancias que moldean nuestra existencia, pero de ello hablaremos mas adelante.

El cambio afecta no sólo a los entornos, a las organizaciones y al sistemas, si no que afecta a las personas que deben de adaptarse al nuevo escenario, que deberán auto organizarse modificando pautas, usos y costumbres, en medio de un ajuste sostenible.

Veamos ahora, los escenarios posibles después de la crisis. La salida de la situación actual depende por una parte de la nueva coyuntura a nivel mundial, algunos hablan de un nuevo orden económico mundial, sea como sea, lo cierto es que habrán cambiado las estrategias de producción a nivel global, la producción energética, el sistema bancario, el desarrollo de algunos países emergentes, darán lugar a un sistema, que si bien no habrá cambiado en esencia, habrá sufrido cierta transformación. Por otra parte la mayor o menor precisión en la aplicación de políticas nacionales, defensoras del tejido productivo, con una incentivación constante de las áreas de I+D+i[7], impulsando políticas de formación para la adaptación al cambio y el reciclaje e implementando nuevas estrategias de crecimiento competitivo, habrá mutado la situación de crisis en un período de crecimiento y de estabilización paulatina de los mercados financieros.

En este escenario, será necesario una adaptación: en primer lugar, al mercado de trabajo resultante del cambio y en segundo lugar, una modificación de habilidades, destrezas y comportamientos de acuerdo a las nuevas necesidades económico sociales y en definitiva a las características de una segunda globalización o mundialización gestada a partir de la actual coyuntura.

Por consiguiente, las personas que hayan desarrollado un proceso de adaptación y formación continuada para ajustarse al ritmo de los cambios que se van produciendo como consecuencia de los impulsos para salir de la actual crisis y de la propia inercia de la economía, habrán sufrido un reciclaje y modificado conductas derivadas del cambio, ello sin duda conllevará esfuerzo, incertidumbre, estrés y se habrán visto inmersas en un conjunto de turbulencias, y en todos ello, el miedo habrá actuado como impulsor o como desestabilizador, habiendo producido en mucho casos, síndromes de ansiedad, crisis, de angustia, estrés, etc.

Pero el contrario, aquellas personas que no se hayan adaptado al cambio, que no hayan realizado el reciclaje indispensable o desarrollado un comportamiento que les permita una integración al nuevo escenario, se verán atrapados en procesos angustiosos o episodios psicógenos, cuya sintomatología desestabilizará el equilibrio de sus conductas.

Es decir tanto si nos adaptamos, como si no, en la época posterior a la crisis por una u otra razón, las personas se van a ver expuestas a distintos trastornos mentales y en todos ellos el miedo estará presente o habrá formado parte de su génesis.

Otro escenario, podría ser el resultante del resurgimiento de nuevas potencias económicas nacidas de algunos de los actuales países emergentes, como China o Brasil, lo que daría lugar a nuevas reglas del juego de la economía mundial, sumado al posicionamiento y las políticas de cada país para adaptarse a la nueva situación.

Sin duda, ante éste supuesto la inestabilidad, la inseguridad y la transformación radical de los actores de la escena mundial, habrán desatado una nueva oleada de trastornos de la salud mental y la adaptación psico-socio laboral constituirá un requisito indispensable para alcanzar el equilibrio personal.

Por consiguiente, la exposición a una situación de crisis, puede aumentar las posibilidades de desarrollar algún tipo de trastorno mental y generar una mayor intensidad de sintomatología psicológica, pero en cualquier caso el miedo es un factor que está presente siempre y en el origen de muchos de los trastornos descritos dentro de la psico - socio patología y que puede dispararse con determinados estímulos y una mayor intensidad de esos estímulos, dará lugar a un mayor cúmulo de miedos.

La preparación de cada persona para afrontar las situaciones y los miedos, hace que sea más o menos capaz de salvar las dificultades, adaptarse a los continuos cambios, superar las distintas sintomatologías y por consiguiente desarrollar una mejor calidad de vida.

Analizar de forma racional y lógica cada situación, valorar los riesgos, mostrarse predispuesto al cambio de actitudes y a vencer las resistencias que puedan aparecer, para conseguir una mejor adaptación a cada momento situacional, favorece sin duda la neutralización de los posibles síntomas y construir una mejor autoestima personal y una mayor seguridad, facilita la neutralización de los miedos.

Así, una vez superada la crisis, la nueva situación originada estará plagada de incertidumbres, habrá todavía un futuro más allá, con un devenir desconocido y eso sin duda está en el origen de los estímulos para la aparición del miedo.

En los períodos post crisis, la situación coyuntural será sin duda distinta, pero la exposición a los riesgos situacionales podrá ser igual a las desencadenadas en la actual época crítica o no diferente de otras crisis vividas con anterioridad, hayan sido éstas de tipo económico social o de orden personal, - crisis de pareja, fallecimiento de un ser querido, perdida de empleo, etc. - Pero en en todo caso la anticipación a los acontecimientos, puede permitirnos prevenir sus consecuencias, estando preparados para afrontar las cuándo aparezcan.

Hay que aclarar sin embargo, que la etapa post crisis, no significa haber vencido todos las dificultades, subsanado todas sus consecuencias y solucionado todos los problemas, sino simplemente, habrá dado lugar a un crecimiento paulatino y a un nuevo desarrollo hasta alcanzar un nuevo período de estabilidad, pero con una durabilidad limitada, ya que seguramente el individuo se verá sujeto nuevamente a los cambios que presentan los ciclos económicos.

De manera, que es necesario hacerse fuerte para estar preparado en el nuevo período de desarrollo.

En la actualidad un factor esencial para afrontar los nuevos retos y desde la actualidad encaminarse a los tiempos futuros, es el constituirse en emprendedor; pero casi siempre se ha considerado emprendedor a quien va a iniciarse en una aventura empresarial o convertirse en autónomo y eso no es exacto. Un emprendedor es aquella persona capaz de refundar un proyecto de vida, una persona que brújula en mano se dirige hacia el futuro con espíritu de superación, para vencer las dificultades y reinventar una manera de vivir. Las motivaciones típicas del emprendedor, nacen de la necesidad de solucionar una situación personal.

El Capital humano de los llamados emprendedores se ha multiplicado por 2,4 en las tres últimas décadas, es decir, la mejora de su capacitación y el desarrollo de sus habilidades y destreza, experimentan una mejora continua, que los conduce a la superación de la etapa de sufrimiento, nacida en la época de crisis.

Permítanme, un ejemplo, de una persona que realizó una consulta, para analizar su posible salida del actual túnel de la crisis y la decisión adoptada que le ha permitido reflotar su estado de ánimo y se enfrenta a un futuro con posibilidades.

Natalia, una mujer de 33 años, se encontró en una situación extrema, había decido iniciar una separación matrimonial, ya que la situación convivencial era insostenible, madre de dos hijos uno de 6 y otro de tres años, con una hipoteca que abarca el 40% de su salario, ya que el resto lo asume su ex pareja, fue despedida a causa de un ERE ( expediente de Regulación de Empleo). Ahora cobrará la prestación de desempleo por 18 meses, pero las previsiones dicen que las consecuencias de la actual crisis, durará mas allá de la fecha en que se acabe la remuneración social por paro, así que ha tomado la decisión de reciclarse para poder desarrollar puestos de trabajo en lo que pudiese haber mayor demanda, decidió entonces aprender ruso, un idioma necesario en turismo y hostelería, en los futuros intercambios comerciales, dentro de un nuevo escenario de una globalización renovada y simultáneamente ha comenzado a preparase en el manejo de nuevas tecnologías de una próxima generación, un técnico en comunicaciones por la red y telefonía. Natalia podría tener mayor oportunidad en la post crisis, ya que presumiblemente las nuevas tecnologías de la comunicación, constituyen un sector que puede resultar favorecido en la post crisis, su previsible crecimiento y desarrollo es un hecho del que dan cuentan los actuales indicadores.

Como hemos podido observar, el miedo aparece como anticipación, defensa o barrera ante cualquier situación real o imaginaria de peligros, desastres, graves turbulencias sociales como las crisis, guerras, catástrofes u otra situación que dan lugar a un devenir desconocido o un cambio que da origen a una renovación o a una transformación, así el temor aparece como algo incomprensible para la inteligencia del ser humano.

Por tanto si existe temor, se inhibe el pensamiento creativo y hace que las personas no se desarrollen y por consiguiente no afronten el cambio, el miedo actúa como paralizante, una crisis es un fenómeno que dará lugar a un cambio y es imprescindible que cada persona desate un impulso interno para vencer cualquier freno al desarrollo generado por ese cambio.

La falta de comprensión a lo que en la propia vida se desenvuelve, no es más que una falta de conocimiento de lo que sucede o sucederá y nos es difícil aceptar los sufrimientos, las complicaciones y sobre todo nos es muy difícil aceptar lo que no comprendemos y es ahí donde aparece el miedo.

Las personas nos aferramos como la hiedra a las posesiones, a determinados estatus y por supuesto a las personas, cualquier cambio que pudiese poner en peligro cualquiera de esas cosas, desata el temor.[8]

Por todo ello el miedo es una barrera para alcanzar la libertad, cuándo las personas están sujetas a ciertos pensamientos, creencias o pautas inamovibles, a determinados dogmas, están bloqueando la propia libertad.

Cuándo las personas se ven sometidas a una autoridad, se encuentran coaccionadas, ligadas a un algo que impide su libertad y la autoridad es aceptada cuándo necesitamos protección o estar a cubierto de peligros. Es una trampa por consiguiente que hace que la autoridad que pone orden, nos protege y nos da herramientas para la supervivencia, nos coarte o nos manipule a través del miedo a perder lo que hasta ahora hemos alcanzado y no se esté seguro de volverlo a conseguir o tal vez alcanzar aún más. La incertidumbre frena.

AVANTI [9]
Si te postran diez veces te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas...
No han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas
.…………………………………….
¡todos los incurables tienen curacinco segundos antes de la muerte!ç
PIU AVANTI!
No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido,
que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.


Resumiendo, hacer frente al desencadenante de una crisis, aunque sea de una enorme magnitud, radica en la capacidad de la propia persona de realizar una transformación personal, capaz de conseguir aprender en la dureza dentro una nueva realidad, reciclarse, de realizar si cabe un mayor esfuerzo cotidiano para salir reforzado de una situación difícil.

Cada persona es el constructor de su propio destino, manejando sin duda las variables y las herramientas que le proporcionan las circunstancias, aprovechándose de la aportación de los entornos, pero también del legado ancestral y colectivo.
Es necesario aprender de las consecuencias de otras épocas, de otras crisis, es imprescindible recuperar la memoria del miedo y forzar la voluntad para dar impulso a actitudes que desde el positivismo, sean capaces de alcanzar una nueva meta.
Vivir es comenzar de nuevo cada día y el esfuerzo es la base constitutiva y esencial de la lucha por la vida. Solo en una vida en la que se pone en marcha la voluntad de poder y se neutralizan los síntomas derivados de la incertidumbre, de la inseguridad y del miedo, puede alcanzarse la felicidad relativa.


[1] Joanna Bourke, no está decauerdo con esta afirmación, lo explicita en un artículo en la revista History Workshop. 2003, ya que para ella definir el miedo desde el principio no sirve, ya que en la historia el miedo de alguien es igual al de su predecesor, es decir responde a un proceso circunstancial. Pero que sin embargo viene definido (según mi punto de vista), en la teoría de la lucha por la vida de Charles Darwin.
[2] José Antonio Marina, Anatomía del Miedo
[3] Un grupo de científico de las Universidades de Sao Paulo (Brasil) y Southern California (USA), dirigidos por Larry Swanson, descubrieron que el núcleo premamilar dorsal del hipotálamo es donde se aloja el miedo, una situación fortuita les llevo a producir un daño en esa zona, en experimento en ratas y entonces los animales se comportaron de una forma distinta, sin miedo ante la presencia de un depredador, no adoptaron una actitud pasiva, si no que mantuvieron una posición de lucha, incluso cuándo el individuo dominante ganaba la lucha.
[4] Aunque existen estudios que han concluido en que las pirámides fueron construidas de forma voluntaria, obedeciendo a motivos religiosos y en épocas de sequía, pero eso no descarta que haya existido miedo a los gobernantes, a los sacerdotes y a personas dentro de la propia población, pero nada confiable de ser leales al pueblo.
[5] Piénsese en la batalla de la Termópilas por ejemplo, donde un pequeño contingente de 400 espartanos se enfrentaron a un numeroso ejército persa; la valentía espartana ha sido incuestionable, pero quiere decir eso, que aquellos espartanos no tuvieron miedo a una muerte horrible?. La conquistas romanas y de ellas las guerras púnicas, las guerras de conquista y colonización, las guerras por el fanatismo de sectario, etc.
[6] Hombre Mediocre. José Ingenieros
[7] Investigación, desarrollo e innovación
[8] Jiddu Krishnamurti, “Vivir es encontrar por si mismo la verdad y UD. puede hacerlo solo cuándo hay libertad, cuándo hay una continua revolución dentro de uno mismo…. así la función de la educación (la auto educación) es erradicar interior y exteriormente ese miedo que destruye el pensamiento humano”
[9] Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte)

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